Cesarea necesaria

Constanza se cambió con nosotros muy al final de su gestación porque ya le habían dicho que por su condición de Pre-eclampsia ( hipertensión asociado al embarazo) debía tener una cesárea programada, ella quería ver la posibilidad de tener trabajo de parto y que le dieran unos días más de espera. Cuando nos conoció tenía 39 semanas y el examen realmente arrojó que tenía preeclampsia, la dra Loreto Vargas le explicó que igual debíamos realizar una inducción del parto en 2 días más. Y bueno como ya sabemos como funciona el cuerpo y la mente de las gestantes, ella inició esa misma noche su trabajo de parto, en la mañana llegó con dilatación franca de trabajo de parto…y la historia la cuenta ella misma acá abajo…

Creo que empoderar la maternidad en esta situación de pandemia, ha sido absolutamente esencial para mi. Desde que supe que estaba embarazada comencé a recibir comentarios y “consejos” que muchas veces me hacían sentir mal, como muy angustiada y abrumada con todo lo que había que considerar y más aún en esta situación de en la que la información y las medidas a tomar van cambiando constantemente (como por ejemplo, el uso de la mascarilla) Es por eso que finalmente decidí tomar el control de la situación y saber que ya estaba haciendo lo mejor posible por mi bebé y por mí. Comencé a llevar mi embarazo con la médico que ve a mi mamá desde que nació mi hermano mayor (hace 30 años ya) y todo bien (a excepción de que no me mandó a poner la vacuna contra la tos convulsiva y si no fuera porque me fui a poner la de la influenza, nunca me hubiese enterado que debía ponérmela también, porque como primeriza, una no cacha una y se confía plenamente de quien está llevando tu embarazo. no debiese ser un error, pero en mi caso siento que lo fue… debí haberme informado mejor yo misma).A partir de marzo, la forma de llevar mis controles cambió rotundamente. Con mi marido conseguimos mascarillas y la psicosis muchas veces se apoderó de mí en especial, por lo que el alcohol gel tomó protagonismo en mi cartera.Por otro lado, hacia el final del embarazo; mi médico descartó 100% la posibilidad de tener a mi bebé en la forma en que, a mi parecer, debe ser: Por parto normal, en parte lo deseaba así para poder salir lo más rápido posible de la clínica y no exponerme al virus. Por lo que yo me había informado, las cesáreas deberían ser netamente para salvar vidas en el caso de que estas corran peligro (tanto de la mamá como la de la bebé). En ese momento decidí no estresarme y aceptar que yo no era capaz de dar a luz. Me sentí fracasada, me sentí defectuosa, pero debía aceptar “lo que me tocó”.Por cosas de la vida, tengo muchas parientes y amigas matronas y me preguntaron qué tal todo. Les comenté lo anterior y en base a todos los antecedentes (exámenes habidos y por haber) llegamos a la conclusión de que aún tenía todas las posibilidades de tener a mi bebé por parto normal. Fueron momentos de mucha angustia, ya que tuve que hacerme exámenes “extra” para comprobar si efectivamente aún podría tener parto normal, lo cual significó aún más estrés ya que tuve que volver a exponerme al virus, yendo a la clínica a hacerme los estudios respectivos. Fue muy complicado, ya que por un lado estaba la médico que llevó TODO mi embarazo y por otro lado sentía que no estaba siendo 100% honesta conmigo, pero tampoco quería seguir exponiéndome al tener que hacerme los exámenes que mencioné anteriormente. Fue ahí cuando el empoderamiento maternal se hizo más presente que nunca y decidí cambiar de equipo médico, con todo lo que eso significaba. Fue una decisión súper arriesgada ya que tenía más de 38 semanas de embarazo, pero seguí mi instinto, seguí lo que mi corazón y cuerpo me decían y estuve acompañada de dos profesionales y seres humanas maravillosas. Me apañaron 100% durante todo el trabajo de parto. Ni siquiera pude verles el rostro que estaba tapado con mascarillas que todos estábamos utilizando. Llegué a 10cm de dilatación hasta que hubo un par de complicaciones pero me empezó un dolor repentino y fuerte en el lado superior derecho, zona del hígado, y me explicaron que eso era peligroso y no podíamos arriesgarnos a un HELLP (alteracion grave y hasta fatal de la preeclampsia) y pasamos de inmediato a una cesárea. Fue cesarea respetuosa, hicimos apego y pudi vivir mi proceso de trabajo de parto. Tuve la oportunidad de tener contracciones, de liberar todas las hormonas que actúan en ese momento y que para mi, era algo esencial. Mi bebé nació súper sanita, yo quedé pa la historia jaja, pero tranquila (dentro de lo posible) y feliz de lo vivido y sintiéndome respetada por parte de estas dos maravillosas personas que me entendieron, que también tomaron el riesgo de vivir esta experiencia conmigo sin conocerme de antes y que me mostraron que yo no estaba equivocada en decidir empoderarme de la forma en que lo hice.